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La vida y otros cuentos

Miradas

19 comentarios

Todos los días buscaban en la playa el hueco por el que sus miradas se podían encontrar sin que nadie les viera. Cada uno se tumbaba en la arena, sobre la toalla, debajo de la sombrilla y entre las sillas y los cuerpos sudorosos de los que estaban alrededor, encontraban la manera de mirarse. La mayoría de las veces sus miradas fugaces coincidían enviando un mensaje que entendían a la perfección. En alguna ocasión la mirada del otro no estaba y tenían que hacer varias hasta encontrarse de nuevo.

Desde que coincidieron en la misma playa y sus miradas se encontraron, los dos sintieron un calor en la sangre comprendiendo que iban a ser algo más que vecinos de playa.

Ella tenía pareja y él iba con su familia al completo, esposa, hijos y padres. Pero se deseaban, miradas furtivas, manos que se juntaban la una con la otra, disimuladamente, cuando se cruzaban al entrar o al salir.

Ella pensaba, desde hacía algún tiempo, que era invisible a las miradas de los hombres. Estaba en esa edad en la que ya no se sentía atractiva. Que él se fijase en ella le hizo volver a experimentar esa sensación de verse atraída por alguien de nuevo. Todos los días deseaba ir a la playa para buscar la mirada de él.

Una tarde en el roce de manos que tenían cuando se encontraban, él dejo deslizar una nota escrita en un trozo de papel. Su corazón comenzó a acelerarse como cuando tenía quince años y sentía el primer contacto con algún chico de la época. Nerviosa, consiguió esconder la nota en un lateral del bañador, deseando ir a un lugar discreto para poder leerla. En la nota, con una letra irregular que se notaba escrita con rapidez, le decía que deseaba verla al anochecer en la playa. Ahora, que había llegado el momento, le asaltaba la incertidumbre de estar a su lado, escuchar su voz y verse, frente a frente, sin gente alrededor.

Lo encontró sentado en un montículo de arena mirando al horizonte. El oleaje había traído una marea fuerte y se había quedado mucha tierra acumulada en la orilla. Se puso a su lado. Él al notar su presencia alargó la mano para coger la de ella y entrelazarlas. En ese momento, sus miradas se encontraron de frente observándose detenidamente, con un lenguaje no verbal en el que iban descubriendo la complicidad que existía entre ellos. Siguieron con las manos entrelazadas y el deseo recíproco que sentían hizo que sus labios se juntaran pensando los dos en un nuevo tiempo que se abría ante ellos.

«Hay quien te dice con la mirada lo que con su voz no puede». Anónimo

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Autor: marylia4

Madrileña, aficionada a escribir, socialista, cinéfila, amante de la música, cocinitas, inquieta, decidida, curiosa por la vida..... y otros cuentos.

19 pensamientos en “Miradas

  1. Avatar de azurea20

    Ay, el amor. El amor se presenta y no piensa si es oportuno o no. Bello relato. Un saludo

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  2. Avatar de Silvia

    Amores prohibidos… por eso son tan intensos jaja.

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  3. Avatar de Sabius

    Creo que hay una frase que dice más o menos: «El corazón tiene razones que la razón desconoce». Pero eso es el amor muchas veces. No es necesario explicar más que con una mirada. Un abrazo.

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  4. Avatar de ugetse

    Muy bonito texto una mirada vale mil palabras muy buen dia

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  5. Avatar de Letrologías

    Maravillosa escena que va más allá de lo tangible y aparente…

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  6. Avatar de J. Félix González-Encabo

    Gracias, es precioso y sencillo. Cuando leo historias o poemas sin lo innecesario pero acertando en lo esencial me pregunto cuánto de verdad y anhelo hay. Esa es la literatura que me gusta, la que navega entre lo real y la ficción

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  7. Avatar de BDEB

    Esas miradas hablan por si solas.
    Bonito Marylia, un abrazo.

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