Siempre he sabido que venir a la playa tiene un efecto beneficioso en nuestra salud y bienestar. Nos da energía, a la vez que calma nuestra mente, pero nunca lo había sentido como ahora, aquí, contemplándola. Siempre la he disfrutado al máximo, pero ahora la descubro como una necesidad.
Desde mi privilegiado observatorio, veo a algún valiente tratando de meterse en el mar, veo la cadencia de las olas como ondas de agua, golpeando la playa, escuchando su sonido tan característico, una y otra vez, atrás, adelante, sintiendo su olor, siempre ahí, en su inmensidad, majestuosa.
En la calma que da estar frente a la orilla en este tiempo en el que la playa está desnuda de sombrillas, cubos, palas, bullicio, en la que solo hay arena y soledad, mi conexión con ella se hace doblemente fuerte. Hay días en los que el mar está algo más alborotado, quizás, es su manera de protestar ante lo que está pasando. Pero me envuelve y me hace sentir que estoy mucho más conectada conmigo misma, con la vida y arraigada a esta playa donde siempre quiero volver.

31 mayo, 2021 en 9:21 pm
Volver es un verbo precioso. Significa vida, implica recuerdos que conectan con el futuro, indica que alguien nos espera allá donde regresamos. Celebro tu vuelta. Por la foto me atrevería a aventurar que ha sido una vuelta levantina. Un abrazo, compañera. Adelante!
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2 junio, 2021 en 8:02 pm
Muchas gracias!!!! Efectivamente, volver es así como tú lo expresas. Reencuentros!!!Y has acertado, es una vuelta levantina de la parte de la costa del azahar. Un abrazo, compañero y vamosssss adelante!!!!
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1 junio, 2021 en 1:13 am
Soy del interior de mí país. Vivo casi en el centro mismo de él. El mar está a kilometros. Mil o más, depende a donde decido ir. Y es una de las cosas que más me ha costado perder en está pandemia. Extraño enormemente mis viajes. Hermoso y reflexivo relato amiga. Abrazos
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2 junio, 2021 en 7:57 pm
Muchas gracias, amigo. Es que lo mismo me ocurre a mí, que vivo en el centro de mi país y, aunque no estoy tan lejos del mar como tú, me ha ocurrido lo mismo. Esperemos que pronto podamos volver a viajar. Abrazos!!!!!
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2 junio, 2021 en 11:11 pm
Ojalá Dios así lo quiera. O me voy a terminar enmoheciendo de tanto encierro. ja,ja Abrazos
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1 junio, 2021 en 10:17 am
Reblogueó esto en RELATOS Y COLUMNAS.
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2 junio, 2021 en 8:09 pm
Muchas gracias por compartirlo!!! Agradecida. Un abrazo!!!!
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3 junio, 2021 en 11:58 pm
A mi el mar me produce un efecto relajante que difícilmente obtengo en otros contextos. Por eso lo necesito periódicamente, tal vez porque como tú, también vivo en el centro y lo echo de menos. Un abrazo y buenas noches.
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4 junio, 2021 en 5:59 pm
Muchas gracias por el comentario. Así es. Lo necesitamos y ahora, con la pandemia, aún más. Un abrazo!!!
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23 junio, 2021 en 12:38 pm
Me encanta la playa, pero me enfurece que, sobre todo en verano, se convierte en el mayor cagadero y meadero del mundo. Detesto a la gente guarra que ensucia los mares con sus fluidos.
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23 junio, 2021 en 7:55 pm
Desde luego que sí. Gracias por pasarte por mi blog. Saludos!!!
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25 junio, 2021 en 11:37 pm
Lindo relato. Yo sin el mar no soy nadie pues vivo rodeada de este y cada vez que puedo me siento en la orilla y saboreo esa paz que me da. Un abrazo
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