Han pasado más de quince días de confinamiento que me han llevado a hacer descubrimientos que antes nunca había percibido, como ya comentaba en mi post anterior.
Sigue el confinamiento y sigo descubriendo. Ahora, el descubrimiento está en el terreno de los sentimientos: La nostalgia.
Este sentimiento o sensación no lo había experimentado anteriormente. Siempre me ha gustado recordar el pasado y me causa emoción ver la diferencia entre el ayer y el hoy, pero no he sido de las personas que viven sin desprenderse de su pasado. Sin embargo, en estos momentos de confinamiento, quizás por la incertidumbre ante el futuro, me refugio en los álbumes de fotos antiguas, en recordar un tiempo en el que todo era distinto y que entonces ni siquiera podía pensar que aquello era la felicidad y ahora, la nostalgia se encarga de que piense que sí lo era. Se hace hueco dentro de mí con una sensación agridulce añorando el pasado al que ya no hay posibilidad de volver.
No quiero que este nuevo sentimiento se instale en mí, sin sacar su lado positivo. Por ello, voy a tratar de que este refugio momentáneo que me brinda la nostalgia, me dé la fuerza suficiente para resistir el presente que nos toca vivir.
